Frente a la clásica configuración de las aulas «digitales» para el aprendizaje de idiomas (o «Laboratorios de Idiomas»), la tecnología NAS nos proporciona innumerables ventajas al tiempo que reduce drásticamente los costes de implementación, formación y mantenimiento.
Un cambio radical de los sistemas educativos
Ken Robinson es un experto en creatividad que plantea un cambio radical de los sistemas educativos cultivando la creatividad y los diferentes tipos de inteligencias. En 2006 su conferencia “¡A iniciar la revolución del aprendizaje! le catapultó a la fama internacional -a día de hoy ha sido vista o descargada casi 5 millones de veces-. En esta charla K. Robinson habla de una conversación con su hija Kate:
“Mi hija, Kate, que tiene 20 años, nunca usó un reloj, no ve el propósito. Como ella dice: «Es un dispositivo de una sola función. O sea, ¿qué utilidad tiene?» Y yo digo: No, no, también te dice la fecha. Tiene múltiples funciones.»
Con su inconfundible humor británico, Robinson compara los pensamientos pre y post digitales. Mientras que en el mundo analógico se buscaba una herramienta para cada necesidad, la cultura digital se caracteriza justo por lo contrario: no existen herramientas, sino plataformas. Éstas son el soporte -ya sea hardware o software- para desarrollar cuasi-infinitas soluciones, productos o servicios.
Cuando Alejandro Serrano me invitó a colaborar en este Blog los dos teníamos clara una cosa: sería un espacio para publicar las aplicaciones y usos reales de la tecnología NAS que juntos estamos llevando a cabo en el mundo de la educación. Casos concretos, éxitos y fracasos de un modo de usar la tecnología digital que está cambiando silenciosamente y para siempre el modo en que nuestros hijos aprenden.
Del «Laboratorio de Idiomas» al Entorno Digital de Aprendizaje
La formación de los educadores es uno de mis ámbitos de trabajo. Los educadores somos hijos de la era pre-digital, unos recién llegados al mundo binario y tenemos que evolucionar, interiorizar nuevas formas de trabajo. Éstas últimas semanas he estado impartiendo un curso on-line para profesionales de la educación y un alumno me transmitió el deseo de crear un laboratorio de idiomas en su instituto. Su consulta se centraba en cómo conseguir equipos usados donados por empresas, instituciones, etc. Mi primera reacción fue pensar cómo conseguir esos equipos, pero apenas aguanté unos segundos, inmediatamente mi nuevo cerebro post-digital me gritó a la oreja:
«¿Una herramienta para cada cosa?… ¡no!, ¡una plataforma para todo!»
Efectivamente, mi primigenia mente pre-digital me llevaba hacia esa vieja manera de hacer. Os recuerdo que un laboratorio de idiomas se basaba principalmente en:
- Un número determinado de equipos-cliente con capacidad multimedia.
- Un equipo servidor que gestionaba los servicios de la red del laboratorio.
- Un espacio físico (clase).
- Un software propietario desarrollado para el laboratorio de idiomas.
Pero afortunadamente mi lado post-digital reaccionó y me recordó que todo esto implica:
- Comprar o conseguir X número de equipos.
- Mantener esos equipos en funcionamiento.
- Comprar X licencias de software o tener unos elevados conocimientos de software libre.
- Ocupar un espacio físico, es decir: que obviamente no podrá ser usado para otra actividad durante X horas y que las actividades del laboratorio de idiomas no podrán llevarse a cabo fuera de este espacio.
- Una inversión en formación (esfuerzo-tiempo-€) por parte del profesor y/o alumnos, ya que se trata de un software muy concreto.
Evidentemente estamos hablando de varios miles de euros de inversión inicial y un presupuesto anual importante para las ahogadas finanzas de las instituciones educativas.
Pero, ¿recordáis la conversación de K. Robinson y su hija? Bueno, pues la típica configuración de un laboratorio de idiomas es “el reloj de pulsera” y ahora necesitamos “una plataforma” sobre la que desarrollar las siguientes necesidades:
- Un equipo de coste aceptable y muy bajo mantenimiento (por sencillez de diseño y calidad).
- Inversión en licencias de software 0€.
- Flexibilidad y capacidad de ampliación económicamente asumibles.
- Integración real con el centro educativo porque no sea un equipamiento con un sólo uso.
- Que suponga un coste en formación mínimo.
El NAS como centro del Entorno Digital de Aprendizaje
Evidentemente, Kate Robinson estaba pensado en su smartphone cuando le respondía a su padre. Y yo estaba pensando en mi servidor NAS cuando le decía a mi alumno dos días más tarde:
“No necesitáis un laboratorio de idiomas, sino un entorno digital de aprendizaje, y el centro de ese ecosistema es un servidor NAS”.
Con un NAS seremos capaces de:
- Integrarlo en la vida de todo el centro educativo, sin límites, porque podemos acceder a sus contenidos y servicios desde la red local y/o Internet con cualquier dispositivo: tableta, PC, Mac y smartphone.
- Aprovechar sus capacidades, porque es un equipo diseñado específicamente como servidor, no un PC con dos tarjetas de red.
- Tener una tecnología asequible, sin mantenimiento, con un coste de licencias 0€ y una escalabilidad sencilla.
- Tener los datos en un sistema seguro y libre de virus, replicados gracias a la copia de seguridad automatizada.
- Servirnos de una capacidad multimedia prácticamente infinita, porque como plataforma web nos permite instalar cualquier tipo de software que exista o que en un futuro aparezca: gestores de contenidos o de aprendizaje -LMS y CMS- como Moodle, Joomla, WordPress o Drupal; servidores de vídeo o audio para dar acceso y compartir multimedia; servidores de correo electrónico; redes sociales adaptadas a la educación; sistemas de gestión de bibliotecas, etc., etc.
Cuando conocí Qloudea hace un par de años estaba buscando un sistema que simplemente solucionara mis necesidades de almacenamiento y copia de seguridad, y me compré un NAS. Desde entonces hemos colaborado implementando servidores NAS en centros educativos, formando docentes e investigando nuevos usos.
Estoy seguro de que esto no es más que el inicio de una gran aventura.
Rubén Brenes
[Entornos Digitales de Aprendizaje]